El taconeo la precede calle abajo.
Espalda erguida, hombros rectos, cabeza alta. El mundo es suyo. el destino está cerca. Momento de poner en marcha su maniobra de evasión y camuflaje. Un nombre ridículo que se le ha ocurrido ponerle a una treta tan sencilla como sacar el móvil y fingir mantener una acalorada discusión telefónica con un hombre imaginario al otro lado. Espera que la ayude a parecer más natural.
-¿Qué quieres ahora?- le grita a su interlocutor imaginario al tiempo que se acerca a la entrada.
Se siente ridícula, esto de actuar nunca ha sido lo suyo, pero intenta pensar lo menos posible en los estúpido de fingir mantener una conversación con nadie y sigue adelante. No es momento para ser derrotada por su timidez natural.
Cuando traspasa las altas verjas Mi Ran se siente sobrecogida por el enorme edificio de caravista blanco que se yergue señorial en el centro de un bien arreglado jardín. Tan cerca... tan cerca...
Se yergue aún más y finge escuchar con la oreja pegada a su teléfono.
De reojo ve a Joon inclinada sobre la ventanilla de la caseta del guarda. No sabe que ha hecho pero su misión parece un éxito, el hombre está volcado sobre una pila de papeles y apenas le dirige una segunda mirada.
Mi Ran no le presta atención, o finge no hacerlo porque cada uno de sus sentidos está puesto en la caseta y el guarda, y pasa de largo como si lo hubiera hecho miles de veces y aquello no fuera con ella.
-¿Qué quieres decir con eso?- sisea furiosa a su teléfono.
Acceso conseguido. La primera parte de la misión ha sido un éxito. Detrás oye el ronroneo de unas moto que se acerca.
"Hana"-piensa para sí. ¿Logrará pasar sin problemas la maknae?
Siente un deseo súbito de girarse para comprobar que todo va bien y entra sin problemas. Pero se contiene. Ahora mismo Hana no tiene nada que ver con ella, ni siquiera se conocen, no son sino dos desconocidas cuyos caminos se cruzan por azar. No puede dejar que sus instintos protectores y su nerviosismo la delaten.
Con un esfuerzo de voluntad mayor de lo que esperaba sigue adelante al tiempo que reanuda una acalorada discusión imaginaria.
-¿Qué quieres decir con que las cosas no son como eran? ¿Y de quién crees que es la culpa? ¡No has estado respondiendo a mis llamadas en toda la semana!
Se deja arrastrar por su conversación ficticia hacia delante. El alto edificio cada vez más cerca se cierne sobre ella. Le parece amenazante pero comprende que es su desasosiego el que lo está magnificando. Ni siquiera la paz del bonito jardín logra calmar su creciente nerviosismo.
"Todo saldrá bien, todo saldrá bien"- se repite como un mantra al tiempo que al teléfono le grita.
-¡No me pidas que me calme!
El ronroneo de la moto se acerca y en un momento pasa a toda velocidad por su lado levantando con picardia el vuelo de su vestido blanco. Sus ojos se clavan por un momento en la espalda roja de su amiga y una sonrisa de alivio está a punto de aflorar sus labios pero se contiene.
"Todo saldrá bien"-se repite.
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