lunes, 5 de octubre de 2015

COREA en 12 DÍAS: Día 1 (Parte 1)

DÍA 1: NAMDAEMUN + pre-GRAND KPOP FESTIVAL




DESAYUNO A LA COREANA

Amaneció un soleado día de verano, el sol parecía tan radiante como nosotras. 

Era EL DÍA. No solo nuestro primer día en Corea, sino el día del Gran Festival Kpop gratuito por el que nos habíamos dejado la piel en el teclado para conseguir entradas. (Todo gracias a Nur). Para más emoción era mi primer concierto kpop (tengo una larga lista de fracasos a mis espaldas) y entre los grupos invitados tocaba nuestro amado CN BLUE. ¡Sí, nuestros corazones son azules! (Entre muchos otros colores). 

Pero no solo vivimos para idols sexys y música (aunque a veces lo parezca). El concierto era a la tarde y había que acudir antes a recoger las entradas (las taquillas se abrían a las 2pm y se asignaban los asientos por número de recogida). A pesar de saber que habría una cola kilométrica nos negamos en redondo a malgastar nuestro precioso día coreano en ella. De modo que decidimos por la mañana visitar la Antigua Estación de Tren (es probable que la hayáis visto en dramas históricos) y la afamada Puerta Namdaemun con su mercado, todo a un paseo del hostal. Y en cuanto a las entradas... ¡qué San Siwi nos amparara!

Bajamos a desayunar con la risa en los labios. El día anterior nos habíamos apuntado en la lista de los que queríamos desayuno en el hostal y pronto descubrimos porqué había que apuntarse. ¡El desayuno te lo preparaban al momento! Y consistía en patatas con brócoli y una loncha de jamón, además de dos bollos de pan calentitos que podías acompañar de crema de queso y mermelada. También había zumo, agua, leche y, por supuesto, café. 

Puede que a algunos os choque este desayuno, pero debéis comprender que para la cultura coreana (y oriental en general) el desayuno es la comida más importante del día. No es raro para ellos desayunar un bol de arroz acompañado de verduras y pescado. Puede que el nuestro no fuera precisamente el típico desayuno oriental, pero sin duda partía del mismo principio básico. 

¡A mí no me importó! Me encanta desayunar, soy el tipo de persona que no arranca por las mañanas si no se mete combustible entre pecho y espalda, y si puedo con las gachas inglesas unas patatas con brócoli eran un juego de niños para mí. Además, estaban sabrosas. 

Mientras desayunábamos y cotorreábamos (sobretodo Hye que asegura ser muy tímida y callada... hasta que coge confianza >.<) las dos trabajadoras del hostal nos rondaban, cuchicheando entre ellas y armándose de valor para acercarse a entablar conversación. Cuando al fin lo consiguieron nos preguntaron sobre nuestra nacionalidad, cómo nos habíamos conocido y cuáles eran nuestros planes para el día. 

Con mi pronunciación macarrónica de los nombres coreanos le respondí titubeante que íbamos a Nam-dae-mun (deben de estar muy acostumbradas al macarrónico porque me entendieron) y entre risas flojas (culpa de Hye que tiene una risa muy contagiosa e inoportuna) añadí que a la tarde teníamos entradas para en Grand Kpop Festival. ¡Debimos de parecerles unas frikis! Pero ellas también tenían kpop puesto en el comedor.

Allí terminó mi primer pinito en esa ciencia infusa que es la sociabilidad. Veréis, a lo largo del viaje Nur y Hye decidieron que yo era la sociable del grupo y como tal recaía sobre mí el deber de conversar con extraños. Dado que siempre me he considerado tímida e introvertida esta nueva faceta y delegación de responsabilidades me causó una crisis existencial y gran shock psicológico del que aún me estoy recuperando. (Hye, Nur... ¡espero vuestra indemnización!)

Ay... si mis amigos leyeran esto no se lo creerían. ¿Yo... sociable?



COMPRANDO BILLETES DE TREN...

Con la panza contenta y los sueños en una mochila nos pusimos en marcha hasta nuestro primer destino: La Estación de Tren de Seúl.

Es muy fácil llegar desde el Seoul Station Pencil Hostel donde nos alojamos. Solo hay que salir del callejón donde está el hostal, bajar la calle y tomar la calle perpendicular. En 10-15 minutos de paseo te encuentras frente a la Estación de Seul. Junto a este conglomerado contemporáneo se encuentran también unos Grandes Almacenes Lotte y la Antigua Estación de Tren de Seul.

Antes de iniciar nuestros periplos turísticos decidimos hacer una parada en la Estación de Seul para comprar los billetes de tren a Busan para la mañana siguiente. Optamos por viajar en KTX, el tren de alta velocidad que por 59800 won te planta en tres horitas en la ciudad costera más turística de Corea. El dependiente de la taquilla entendía bien el inglés (por suerte, porque me dirigí a él con bastantes dudas sobre si nos íbamos a entender) y no tuvimos ningún problema de disponibilidad por comprar los billetes de un día para otro. 

Con los tickets asegurados nos dirigimos hacia el primer destino turístico del día: La Antigua Estación de Seul.

Fuente: snipview

ANTIGUA ESTACIÓN DE SEUL

Construida en 1925, la estación fue originalmente conocida por el nombre de Keijo o Gyeongseong. Diseñada por Tsukamoto Yasushi, de la Universidad Imperial de Tokyo, con un estilo eclético que se mezcla con el bizantino, la estación fue nombrada en 1981 como el Lugar Histórico 284. En el 2007 comenzó su remodelación como un espacio cultural, buscando darle una utilidad a la vieja estación que había quedado obsoleta junto a la nueva. En 2011 la estación se volvió a abrir al público como un complejo cultural que había mantenido su exterior intacto, espectador del paso del tiempo y los vaivenes de los viajeros. Ahora la antigua estación alberga salones para exposiciones y otros eventos.

Nos encontramos ante un edificio de ladrillo rojo, un anciano superviviente de la Ocupación Japonesa, un viejo soñador que se aferra al clasicismo de un tiempo pasado y persiste testarudo entre gigantes de cristal y metal. Sin ser impresionante, se hace querer con su aire de señorona inglesa, un vestigio de un occidente orgulloso que se colaba a la fuerza tras las fronteras de este hermético país oriental.

No cuesta imaginarse a los viajeros que una vez poblaron sus salones, algunos trajeados, otros en hanbok... Casi esperé ver a Gaksital cruzando la puerta como un héroe enmascarado luchando por la independencia.

En sí el edificio es una parada rápida. Admirar el exterior, asombrarse por su entorno cosmopólita y sus sorprendentes contrastes (Seúl es una ciudad de contrastes) y sacarse alguna foto. O, en nuestro caso, un photobook.

Había una exposición gratuita en el interior, pero ni Nur ni Hye quisieron entrar y dado que andábamos justas de tiempo decidí no insistir. Aunque me quedé con las ganas de asomarme para ver si habían conservado algo del interior original.



PUERTA NAMDAEMUN

A escasos 5 minutos a pie de la Estación de Seúl se encuentra la puerta Namdaemun. Solo tuvimos que situarnos con el plano, cruzar una macro-carretera por nuestro primer paso subterráneo seulita y caminar por una inmensa avenida para dar con otro de esos impresionantes contrastes de la gran ciudad coreana.

Entre rascacielos, rodeada por el inagotable tráfico del gigante coreano, se yergue atemporal una puerta centenaria, que bien podría ser un pasadizo al pasado, a los albores de la dinastía Joseon.

Oficialmente conocida como la Puerta Sungnyemun, la Puerta Sur, es uno de los ocho portales (4 principales y 4 auxiliares) de la muralla que fue erigida para proteger Seúl durante la era joseon. Fue construida en 1398, durante el último año de reinado del Rey Taejo (el fundador de la dinastía) y más tarde sería reconstruida en dos ocasiones: la primera en 1447, durante el 29º año de reinado de Sejong El Grande y otra entre 2008 y 2013 tras ser gravemente dañada en un incendio.

Dicen que Sungnyemun significa fuego y precisamente tiene esta palabra escrita en vertical con carácteres chinos, una pecularidad que la distingue de las otras puertas. Al parecer, el rey Taejo creía que el fuego alcanzaría algún día la capital y construyó esta puerta como protección frente al fuego, de ahí que esté escrito en vertical.

Es cuanto menos paradójico que la puerta fuera casi destruida por un incendio (provocado) en febrero del 2008. Por suerte, tras 5 años de trabajos de reconstrucción, volvieron a ponerla en pie y ahora podemos disfrutarla en todo su esplendor.

Está privilegiadamente situada entre la Estación de Seúl y la Plaza de Seúl (donde está el ayuntamiento), y a sus pies discurre el popular y vivaracho mercado de Namdaemun, nuestra siguiente parada.

Es otra visita corta, pero obligada. Nos maravillamos con el contraste entre la vida contemporánea y aquella superviviente de la historia, lo nuevo y lo viejo conviviendo en una peculiar armonía. También era nuestro primer encuentro cara a cara con la arquitectura clásica coreana (terminaríamos con una sobredosis de pagodas).

¡Aquello se merecía otra sesión de fotos!



MERCADO NAMDAEMUN

Tras la Puerta Sungnyemun se encuentra el mercado.  (Bueno, por detrás si te acercas a la puerta desde la Estación de Seúl, pero quedaría delante si caminas desde la Plaza de Seúl).

Nos reubicamos con el plano (¡Bendito plano! Ha sido mi fiel compañero de andanzas, (casi) nunca me ha fallado. De hecho, me lo he traído de recuerdo a casa pese a estar destrozado por el uso. Ahora es casi un bonito puzle) y tras reubicarnos cruzamos la carretera tras la Puerta por otro subterráneo para llegar al famoso Mercado de Namdaemun.

Calles y calles estrechas de pequeñas tiendas y tenderetes. Ropa, bisutería, comida, souvenirs... todo al alcance del bolsillo.

Seul es una ciudad consumista, calle tras calle, tienda tras tienda, te seduce a comprar. Aquel fue nuestro primer encuentro con aquel fenómeno y dado que aún nos quedaban muchos días por delante conseguimos resistirnos. Cosa que no se repetiría más adelante. Sí, no me avergüenza decir que nuestras maletas llegaron bastante más gordas de lo que salieron de casa.

El Mercado Namdaemun es divertido, lleno de actividad a cualquier hora del día (y según dicen de la noche. No pudimos comprobarlo). Ideal para dar una vuelta y vaciar un poco la cartera. No es bonito, pero sin duda es toda una experiencia coreana.

Allí Hye tuvo un encuentro con un par de tenderos encantados de saber que era peruana y bromear sobre el Machu Pichu. ¡Y despedirse chapurreando español! ¡Qué divertidos!

Nuestro souvenir del Mercado Namdaemun. Gomawo Hye!!

SEOUL SPORTS COMPLEX

Una vez hubimos recorrido las callejuelas del mercado pusimos rumbo de vuelta al hostal, para coger y dejar cosas y bajar al metro, directas al Complejo Deportivo de Seul, donde se celebraría el esperado concierto.

Para llegar al Seoul Sports Complex hay que coger la Línea 2 de metro y bajarse en Seoul Sports Complex. Fácil ¿verdad? ¡Me alegra poder anunciar que esta vez sobrevivimos al viaje en metro sin incidentes vergonzosos! Ya éramos todas una seulitas (casi).

El Complejo Deportivo de Seul fue construido para albergar los Seoul Asian Games de 1986 y las Olimpiadas del 88. Es, como su nombre indica, un enorme complejo deportivo (el más grande de Corea) que alberga el Estadio Olímpico, el Estadio Auxiliar, el Estadio de Béisbol de Jamsil, Jamsil Arena, Jamsil Gimnasio Estudiantil y la Piscina Interior Jamsil.

No fue difícil encontrar el estadio donde se le celebraría el concierto. Solo había que seguir los enormes carteles rosas que lo anunciaban y ¡Voilá! Allí estábamos.



COLAS Y ENTRADAS

Llegamos al recinto apenas 30 minutos antes de que comenzara la recogida de entradas. Para nuestra sorpresa no había mucha gente... ¡Nosotras que esperábamos una cola kilométrica! Había cuatro gatos pelados dando vueltas entre los puestos que habían montado a la entrada.

¡Por supuesto que no podía ser tan bonito y tenía trampa! Pero no fue hasta que anunciaron que iba a comenzar la entrega y que por favor formáramos fila que nos enteramos. ¡Resulta que la cola estaba en la parte trasera de los puestos y daba la vuelta al estadio! Así que no la habíamos visto...

Pues allí que nos tuvimos que poner a hacer cola. Esto creó la divertida paradoja de tener que andar y andar para volver a desandar lo andado de vuelta, y tener que subir una cuesta para luego bajarla. La mayoría de la espera fue bastante llevadera, aquello avanzaba relativamente rápido, oíamos de fondo a CNBlue ensayando y ¡tenía la mejor compañía imaginable!

La peor parte llegó el último tramo, a escasos metros de la taquilla, donde nos pusieron en filas de 5 y tuvimos que esperar indefinidamente bajo en sol abrasador de un caluroso día de verano. Entre el Lorenzo, mi tendencia a la hipotensión, el calor humano acumulado y las dos pesadas de delante que no se enteraban y se iban quedando atrás, retrasándonos a nosotras también... creí que no lo contábamos. Eso o que Nur iba a entrar en brote y cargarse a las dos tipas en un ataque de solidaridad con el mundo fan.

La verdad es que después de habernos tenido que pelear con la venta de entradas online a las 6 am (principalmente Nur, que es nuestra heroína) bien podían habernos asignado los asientos en vez de obligarnos a deshidratarnos bajo el achuchón del sol de septiembre. Seguro que hay una mente sádica y macabra detrás de todo el asunto, no puede ser todo obra de una mala organización. ¿O sí? Pero tampoco me voy a quejar mucho de un concierto gratis y la oportunidad inolvidable de escuchar a CNBlue en directo.

Al fin conseguimos alcanzar el paraíso prometido... digo... la taquilla tras una ardua y calurosa espera. Nos hicimos con nuestras entradas y más contentas que tres pascuas pudimos escapar del pequeño infierno. Aún quedaban varias horas hasta el concierto y algo menos hasta que abrieran el recinto al público, de modo que decidimos aprovechar e ir a comer por la zona.



KIMBAP, TAPONES Y UN COREANO

No nos fue difícil encontrar donde comer, solo había que seguir la riada de fans hambrientos. En el estadio de béisbol, que estaba en frente, había varias opciones... un Burger King, un pequeño supermercado y un típico restaurante coreano, de esos regentados por ajummas y donde las mesas no son individuales y comes codo con codo con extraños. ¡Por supuesto que elegimos el restaurante coreano! Como no...

Entre la carta de sopas, fideos y arroces... decidimos probar el famoso kimbap. Para los despistados culinarios, el kimbap es similar al maki japonés pero con verdura y sin pescado. Es decir, un rollo de arroz relleno de tiras de hortalizas y envuelto en algas nori.

Fue nuestro primer pinito con la gastronomía coreana (al menos en Corea) y nos sorprendió lo barato que era. Comimos por 3000 won cada una, un rollo de kimbap con sus acompañantes. Es costumbre en Corea servir acompañantes con el plato principal, en este caso creo que tuvimos sopa y el clásico rábano que nunca puede faltar. He de confesar que me volví adicta a ese extraño nabo amarillo ¡y no tenía competencia! ya que a mis compis no les convenció. Nur a cambio saqueó todo el kimchi del viaje con gusto.

El restaurante estaba a tope. En realidad, toda la zona lo estaba, rebosante de kpopers hambrientos y emocionados. ¡Los restaurantes hicieron su día! Pero conseguimos hacernos hueco en una de las  abarrotadas mesas. Pedir no fue muy complicado, solo había que decir kimbap y/o señalar la foto con el dedo. Descubrimos que no vendían bebidas, pero había una maquina dispensadora de agua. Esto es algo común en Corea, el agua entra automáticamente en el pedido ¡GRATIS!. ¿No es genial? A mí me lo parece, que vengo de una tierra donde te miran con desprecio cuando pides un vaso de agua en un restaurante.

De todos modos, como Hye y yo teníamos antojo de coca-cola (agua gratis y bebemos coca-cola... somos unas caprichosas), dejé a las chicas a cargo de cuidar la mesa y esperar la comida y me aventuré a la tienda de al lado a por un par de coca-colas y una cerveza para Nur. La tienda estaba abarrotada también, vendía mucha comida preparada (otra cosa típica en Corea que ya probaríamos más adelante) y había quien había optado por hacer un picnic en la calle. Me hice con las coca-colas, pero no conseguí la cerveza. No es que no la vendieran, sino que vendían botellas, nada de botellines ni latas como en España. Y no era plan de empezar por emborrachar a Nuri antes del concierto... ¿o sí?

Tras otra cola nada desdeñable conseguí regresar con mi botín al restaurante. Allí Hye y Nur peleaban su propia batalla... ¡intentar aclararse con el pedido! Veréis, las ajummas del restaurante iban llamando los números del pedido según estaba la comida ...¡en coreano! Podéis imaginaros en panorama. Menos mal que Nur está estudiando coreano y tiene algo de oído hecho... que sino allí que nos quedamos indefinidamente escuchando chapurrear un idioma extraño.

No sé muy bien como, o mejor dicho gracias a la picardía de Nur, conseguimos hacernos con la comida. Fue en ese lapso de tiempo que un coreanito bastante mono (todo sea dicho) se me sentó al mi lado. Debía de ir al concierto para ver a su diva, porque pasaba el tiempo viendo fotos y vídeos de una idol femenina, que no reconocí, en el móvil (soy bastante lego para eso de las girl-bands). El chico estaba solo con su comida, su móvil y su idol. ¡Y entonces se me cayó la tapa del botellín de coca-cola junto a su plato! ¡Juro que un accidente, completamente inintencionado! (No hagáis caso a las hipótesis sin-sentido de Hye, yo no ataco con tapones a los coreanos guapos como método rebuscado de ligar. ¡Soy inocente!)

El pobre muchacho dio un bote en el asiento al verse invadido por un proyectil de plástico rojo tan amenazador. Probablemente roja yo también, me apresuré a musitar una disculpa en inglés mientras recogía el objeto del pecado. A lo que el chico respondió en un perfecto inglés "It's ok".

¡"It's ok", y un pimiento! En cuanto  tuvo ocasión se cambió disimuladamente de sitio, convenientemente al lado de la máquina de agua y alejado de la peligrosa vasca lanza-tapones (a falta de pedruscos, una tiene que improvisar). A todo esto Nur regresó con nuestra comida para encontrare a Hye intentando reírse disimuladamente. Os adelanto desde ya que eso es un imposible. Una vez que Hye empieza a reír (a menudo por razones desconocidas) es imposible pararla y lo peor es que es tan contagiosa que termina riéndose uno mismo sin ni siquiera entender el chiste. Probablemente el ataque de mal disimulada risa terminó por convencer a nuestro amigo oriental de nuestra inestabilidad psíquica. Si ya se sabe que las occidentales somos muy peligrosas...

Percances aparte, debo decir que el kimbap estaba muy bueno. Fue la primera vez que probé el nabo amarillo coreano y (al contrario que a Hye) me gustó. Fue toda una revelación.

Así, vivimos una auténtica experiencia coreana en un restaurante típico de dorama. Ya podíamos tacharla de nuestra lista. (Esa y la de espantar a un coreano con un tapón de coca-cola también).



IDOL MARKET

Al salir del establecimiento nos encontramos con que la calle se había transformado en un mercadillo. Había puestos y puestos de snacks coreanos (como acabábamos de comer no picamos nada) y ¡lo mejor! puestos y puestos de merchandasing de los grupos que iban a dar el concierto (y alguno extra). Bufandas, calendarios, fotos, pegatinas, lightsticks... CN Blue, EXO, Shinee, Girls Generation... Todo lo que un kpopper pudiera desear y tenderos más que dispuestos a vender lo que hiciera falta.

Estuvimos entretenidas paseando entre tenderetes repletos de caras bonitas. Por insistencia de las chicas me decidí a comprar un lightstick de CN Blue, al parecer hay que ir preparada para los conciertos... Ellas también compraron el suyo y los rebautizamos como joysticks por un desliz de mi lengua. Hye, además, no pudo resistirse a arrasar con el merchandasing del grupo. La niña tiene un pequeño gran problema con Yonghwa, es que la mira con esos ojitos negros y pierde el norte... y el sur, el este y el oeste también. Si a día de hoy Corea aún vende productos del cantante se debe únicamente a la ardua labor que hicimos Nur y yo por preservar la economía de Hye.

Una vez armadas con nuestros joysticks azules pusimos rumbo al concierto, cuan las tres mosqueteras al servicio de los reyes pitufos. Aún nos esperaba otra grata sorpresa, y es que a la entrada nos regalaron un cómic con mitos coreanos y una carpeta, propaganda para promover la cultura por parte de una asociación del lugar. ¡Y nos los ofrecieron en español! Así, tuve entretenimiento mientras esperaba a que el concierto diera comienzo. Sí, me devoré el cómic en esos minutos entre los cuchicheos y risitas de mis compañeras. ¿Qué puedo decir? No puedo resistirme a los cómics, la literatura y la cultura. ¡Soy así!


CONTINUARÁ...

¡Y eso es todo amigos! No, no me linchéis... prometo seguir escribiendo, pero he decidido dedicarle una entrada entera solo al concierto. No quería alargarme demasiado en ésta. Así que os dejo con los dientes largos por el momento, pero VOLVERÉ. Las aventuras de las tres mosqueteras no terminan. ¡Espero veros en el siguiente fascículo!




CONTINUARÁ EN EL PRÓXIMO EPISODIO...

3 comentarios:

  1. Que emoción, lamento no haber comentado antes pero es que estaba como desconectada, pero en serio que emocion y que delicia poder viajar a corea.
    espero con ansias mas aventuras,
    mil felicidades por viaje eso es lo que vale la pena en la vida
    pd: yo me volveria loca comprando, no se como lograron resistir

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    1. ¡Ni hace falta q te disculpes! Yo encantada de tus comentarios ^^
      No temas, tuvimos nuestro frenesí comprador... en los próximos episodios ;)

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  2. estoy esperando con ansias poder leer mas acerca de su viaje por Corea!!!

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